sábado, 12 de octubre de 2013

Su trabajo

El trabajo de Fernando Botero

Desde finales de la década de 1950, Botero fue "engordando" sus volúmenes y desalojando fondos y perspectivas ante el arrollador e incontenible ímpetu de aquéllos. Se vale de una pincelada cada vez más refinada y de un dibujo "pictórico" en cuanto moldea la forma en lugar de delimitarla, estableciéndose al mismo tiempo como un sensible y rico colorista. "Posteriormente, su pincelada -en un principio enfatizada y concreta, permitiendo entrever la estructura del cuadro- va haciéndose menos notoria, al tiempo que sus figuras, objetos y frutas van adquiriendo una opulenta sensualidad, no sólo con la amplificación sino con la aplicación cuidadosa y delicada del pigmento. Sus perspectivas son a veces arbitrarias, como lo es la escala de las figuras, que varía de acuerdo a su importancia temática y compositiva", escribió Eduardo Serrano.
La polémica sobre lo feas y grotescas que pudieran parecer las figuras de Botero se ha ido disipando con los años. En cuanto a la cuestión caricaturesca, el pintor dijo: "Deformación sería la palabra exacta. En arte, si alguien tiene ideas y piensa, no tiene otra salida que deformar la naturaleza. Arte es deformación; mis temas son satíricos a veces, pero la deformación no lo es, pues yo hago lo mismo con las naranjas y los plátanos y no tengo nada contra esas frutas".

Botero es un artista plenamente latinoamericano. "Soy el más colombiano de los artistas colombianos, aun cuando he vivido fuera de Colombia por tanto tiempo". Sus grandes temas siempre han tenido la presencia del país. Cuando no pinta a Colombia de manera física (pueblos, montañas, banderas y bares) o cultural (vírgenes, santos, presidentes, prostitutas, monjas o militares), se la puede intuir incluso dentro de sus versiones de las grandes obras de la pintura universal.

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